domingo, 22 de diciembre de 2024

ESP PROCLAMACIÓN PATRIARCAL PARA LA NAVIDAD


 


+ BARTOLOMÉ

POR LA MISERICORDIA DE DIOS ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA

Y PATRIARCA ECUMÉNICO

AL PLÉROMA DE LA IGLESIA

GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ

DE CRISTO EL SALVADOR NACIDO EN BELÉN

 

Honorabilísimos hermanos Jerarcas e hijos benditos en el Señor:

Hemos llegado también este año, con la buena voluntad que viene de lo alto, al día de la solemne fiesta de la Natividad en la carne del Dios Verbo, quien vino a la tierra y convivió entre nosotros “por su inefable filantropía”. Honramos con salmos e himnos y alegría inenarrable el gran misterio de la Encarnación, “lo más novedoso de todo lo nuevo, lo único nuevo bajo el sol”, por la cual se abre al hombre el camino de la deificación por la gracia y se renueva la creación en su totalidad. La Navidad no es una experiencia de sentimentalismos, que “llegan rápido y se van aún más rápido”. Es una participación existencial en todo el acontecimiento de la Economía Divina. Como atestigua el Evangelista Mateo, los líderes del mundo quisieron desde el principio eliminar al Divino Niño. Para los fieles, junto con el “Cristo nace” de la fiesta de la Encarnación del Hijo y Verbo de Dios Padre y las campanadas de luto de la Pasión, suena siempre el “Cristo ha resucitado”, el mensaje alegre de la victoria sobre la muerte y de la esperanza de la resurrección común.

El “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz” se vuelve a escuchar en un mundo lleno de violencias, injusticia social y colapso de la dignidad humana. El asombroso progreso de la ciencia y de las tecnologías no alcanza la profundidad del alma humana, puesto que el hombre es siempre mucho más que aquello que la ciencia puede concebir y que aquello a lo que apunta el progreso de la tecnología. La brecha entre el cielo y la tierra en el ser humano no se puede salvar científicamente.

Hoy se habla sobre el “transhumano” y se elogia la inteligencia artificial. Por supuesto, el sueño de un “superhumano” no es nuevo. La idea del “transhumano” se apoya en el progreso tecnológico y en su dotación de medios sin precedentes en la experiencia y la historia humanas, mediante los cuales será capaz de superar la medida humana válida hasta ahora. La Iglesia no es tecnófoba. Se aproxima al conocimiento científico como “un don entregado por Dios al hombre”, pero sin ignorar ni silenciar los peligros del cientifismo. En la Encíclica del Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa (Creta, 2016), se destaca la contribución del Cristianismo también “en el sano desarrollo de la civilización secular”, puesto que Dios “ha hecho al hombre gerente de la creación divina, asociado a su obra”. A continuación, se señala con énfasis: “La Iglesia Ortodoxa, en lugar del hombre-Dios contemporáneo, afirma el Dios-hombre como medida de todo”: “No hablamos de hombre deificado, sino de Dios hecho hombre” (San Juan Damasceno, Exposición de la fe ortodoxa, 3,2 PG 94,988).

La respuesta a la pregunta crítica de, cómo hasta el último “octavo día”, con el titanismo y el prometeísmo de la civilización tecnológica, sus evoluciones y transiciones, en medio de transhumanizaciones o sobrehumanizaciones antropoteístas, se salvará “la cultura del rostro”, el respeto de su sacralidad y la manifestación de su belleza, se dio una vez y para siempre en el misterio de la Divinohumanidad. El Dios Verbo se hizo carne, la “verdad vino” y “la sombra pasó”. En la eternidad, lo que es verdad para el hombre estará conectado con su relación con Dios, como respuesta al descenso de Dios hacia él y como expectativa y encuentro del Señor de la gloria venidero. Esta fe viva sostiene la lucha del hombre por responder a las contradicciones y desafíos de su vida ordinaria, a la vida "de pan", a la supervivencia y al desarrollo social y cultural. Sin embargo, nada en nuestras vidas prospera sin referencia a Dios, definiendo la “plenitud de vida, la plenitud de alegría y la plenitud de conocimiento” de Su Reino.

La Navidad es una oportunidad para enterarnos del misterio de la libertad de Dios y el gran milagro de la libertad del hombre. Cristo llama a la puerta del corazón humano, pero sólo el hombre amante de la libertad puede abrirla. "Seguramente, sin Él, sin Cristo", escribe el beato p. George Florovsky, "El hombre no puede hacer nada. Y, sin embargo, hay algo que sólo el hombre puede hacer: responder a la llamada de Dios y acoger a Cristo».

A través del "Sí" a la llamada de lo alto, Cristo se revela como "la luz verdadera", como "el camino, la verdad y la vida", como la respuesta a las preguntas y búsquedas últimas del mente, a los deseos y esperanzas del corazón del hombre, pero también al desde dónde y hacia el qué de la creación. Pertenecemos a Cristo, en Él todas las cosas están unidas. Cristo es "el alfa y el omega, el primero y el último, el principio y el fin". En su encarnación voluntaria "por nosotros los hombres y para nuestra salvación", el Verbo de Dios "no habitó en un solo hombre, sino que revistió su propia hipóstasis de la naturaleza humana", estableciendo así el destino eterno común y la unidad de la humanidad. No libera a un pueblo, sino a todo el género humano, no salva sólo la historia, sino que innova toda la creación. Del mismo modo que para la historia, también a los universos se aplican de manera definitiva y determinante el "antes de Cristo" y "después de Cristo". A lo largo de su recorrido en el mundo, en la historia y a través de ella hacia los Últimos Días, hacia el día sin ocaso del Reino Celestial del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, la Iglesia "fuera del mundo" da testimonio de la verdad, realizando su obra santificadora y espiritual "por la vida del mundo".

Hermanos e hijos en el Señor,

Inclinando reverentemente la rodilla ante la Madre de Dios con el niño y postrándonos en humildad ante el que asumió nuestra condición, "el Verbo que era en el principio", os deseamos a todos un bendito Santo Dodecámeron, y feliz, saludable, pacífico y fructífero en buenas obras, llenas de alegría espiritual y de dones divinos, el nuevo año de la bondad del Señor, en el que el mundo cristiano celebra y honra el 1700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico de Nicea.

Navidad 2024

† Bartolomé de Constantinopla
                        Fervoroso suplicante ante Dios por todos vosotros