Hoy la Iglesia Ortodoxa de España y Portugal se alegra porque le es concedida la gracia de recibir a vuestra Eminencia, enviado por la misericordia divina y la providencia del Trono Ecuménico. Recibimos en vuestra persona a nuestro Padre y Pastor para que nos guíe, nos enseñe e interceda ante el Altísimo por el pueblo que le ha sido confiado.
Desde el otro extremo del Mediterráneo llega vuestra Eminencia a una tierra que, desde los comienzos del Cristianismo fue escogida por Dios y destinada a ser Faro de Fe y áncora de Esperanza. Aunque no existan pruebas arqueológicas, las antiguas tradiciones aseguran la presencia de los santos Apóstoles Pablo y Santiago predicando la fe cristiana en la península Ibérica. Incluso a éste último se le apareció en Zaragoza la Santísima Virgen María, cuando aún vivía en la santa Sion, para confortarlo y asegurarle la expansión de la fe cristiana en el extremo del mundo conocido.
Dios nos habla por su Iglesia. La Santa Madre y Gran Iglesia de Cristo le envía para ser nuestro Pastor y como hijo obediente vuestra Eminencia ha aceptado este mandato. Creer en la Iglesia es creer que Dios vive en ella y obra especialmente en ella. Creer en la Iglesia es sufrir por ella y, a pesar de todo, seguir amándola. La imagen de Dios siempre nos quedará oscura, pero sus mandatos nos quedan mucho más claros que su propio ser. Sabemos lo suficiente de Él para fiarnos de su llamada que puede darse en cualquier circunstancia, en cualquier momento, a cualquier edad.
El servicio que Dios le pide ahora, Eminencia, incluye un movimiento hacia adelante, hacia lo nuevo. Dios siempre quiere más, pero también ofrece mucho más de lo que pide. Usted ha dejado su familia y recibe una comunidad, ha dejado una ciudad y recibe dos países, ha dejado un presente tranquilo para recibir un futuro esperanzador. Si tres forasteros fueron para el patriarca Abraham un teofanía de Dios ¿cuánto más será la Comunidad que habéis venido a servir?
Llegáis para dar testimonio del Evangelio y de nuestra fe Ortodoxa. Una fe y una eclesiología que ha fundado y divulgado a través de los siglos la identidad histórica de los pueblos balcánicos y del pueblo ruso. Que continúa representado la vital complementariedad entre dos iglesias, unidas en el primer milenio, separadas en el segundo, pero misteriosamente hermanadas y orgánicamente unitarias.
Finalmente, Eminencia, en nombre del piadoso clero y de los devotos fieles e esta santa Metrópolis, desde nuestra confianza y obediencia, deseamos, esperamos y rogamos acepte nuestros profundo deseos de larga vida para que interceda por todos nosotros ante el divino altar y nos transmita las bendiciones celestiales.
Archimandrita Demetrio