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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Mensaje del Patriarca Ecuménico para el acto ‘Paz sin Fronteras’ 2019 y participación de nuestra Metrópolis


MENSAJE DE SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I,
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO,
A LOS ORGANIZADORES Y PARTICIPANTES
EN LA 33ª EDICIÓN DEL ENCUENTRO
“RELIGIONES Y CULTURAS EN DIÁLOGO POR LA PAZ”
DE LA COMUNIDAD DE SANT´EGIDIO
(Madrid, 15 – 17 de septiembre de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

Ερήνη/Irene/Paz, diosa de los antiguos griegos, era la personificación del estado pacífico de las cosas. Era hija de Δίας/Zeus y de Θέμις (Themis), diosa de la Justicia, y hermana de Ενομία/Eunomia (Legalidad) y de Δίκη (Juicio). Los antiguos griegos, después de cada guerra, construían altares a Ερήνη, a quien también le aplicaban los epítetos "Γλυκεία" (Dulce), "Βαθύπλουτος" (Profundamente Rica), "Πλουτοδότειρα" (Dadora de Riquezas), etc. El escritor trágico Eurípides y el cómico Aristófanes presentan a Ερήνη en sus obras teatrales como portadora de euforia, prosperidad y riqueza.

En la Sagrada Escritura Dios es caracterizado como “Dios de la paz” (Rom 15,33) y también como “el Príncipe de la paz”, cuya paz no tiene límites (Is 9, 6-7). Según el Salmista, el lugar de la paz es siempre Dios. Por eso, cuando Dios dirige su rostro hacia su creación, todo se apacigua, mientras que cuando lo oculta, todo se ve turbado (cfr. Sal 104 (103), 29-30).

Nuestro gran predecesor, San Gregorio el Teólogo, escribe que el bien de la paz procede de la Santísima Trinidad, cuya característica principal es un estado pacífico. El hombre fue creado por el Dios de la paz con una naturaleza pacífica, y su relación con su Creador en el paraíso fue absolutamente pacífica. Pero a partir del momento de su rebeldía contra Él, la paz huyó del corazón del hombre. El restablecimiento de la paz en el corazón del hombre caído lo ha realizado Cristo Jesús, “el Señor de la paz” (2 Tes 3,16). “Él es nuestra paz; el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad” (Ef 2, 14). “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9), dice Jesús en su famoso Sermón de la Montaña. "Ερηνοποιός" en lengua griega no es solo el que trabaja por la paz, sino también -y sobre todo- el que la proporciona a su alrededor. Y, naturalmente, uno no puede proporcionar a otro lo que él mismo no posee.

En la Nueva Roma, Constantinopla, los cristianos edificaron una majestuosa iglesia (que se yergue aún hoy al lado de Santa Sofía) que dedicaron a la Paz de Dios y llamaron de Santa Irene. Los grandes Padres de la Iglesia han hablado y escrito mucho sobre la paz, “esta dulce cosa y nombre”, según San Gregorio el Teólogo. Las palabras de San Serafín de Sarov, santo contemporáneo, son de rabiosa actualidad: “Encuentra tu propia paz interior y miles de hombres hallarán descanso cerca de ti”.

A pesar del fortísimo deseo del hombre de vivir en paz y de sus esfuerzos por conseguirla, este sacrosanto anhelo permanecerá para siempre inalcanzable si, para satisfacerlo, acude lejos de su fuente. Y la fuente de la paz verdadera y auténtica es solamente Dios. En la persona divino-humana de Cristo Jesús el hombre descubre y encuentra nuevamente la posibilidad de su reconexión con su Creador-Fuente de la paz. El Señor de la paz viene en toda época y ofrece la paz a los hombres, pero no una paz genérica de este mundo, sino su propia paz, “la paz que supera toda mente”, como dicen los Santos Padres. “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde” (Juan 14, 27).

Después lo que hemos expuesto arriba, huelga subrayar el importantísimo papel de las Iglesias, Confesiones, Religiones y Culturas en el ámbito vital de la paz. Esto lo ha comprendido muy bien la Comunidad de Sant´Egidio, muy querida y estimada por nosotros, que trabaja incesantemente en esta dirección en el espíritu del inolvidable Encuentro de Asís del año 1986, culminando en los Encuentros Internaciones Iterreligiosos e Interculturales por la paz mundial celebrados cada año bajo el título genérico de: “Religiones y Culturas en Diálogo” y que este año de la salvación de 2019 tiene lugar en la capital española, Madrid, con el tema específico: “Paz sin fronteras”, organizado conjuntamente con la Archidiócesis Católica Romana local. Congratulándonos con dichos organizadores -es decir, la Comunidad de Sant´Egidio y la Archidiócesis Católica Romana de Madrid en las personas de su Fundador, el Prof. Andrea Riccardi y su Presidente Prof. Marco Impagliazzo por parte de la primera y de su Arzobispo Metropolitano el Eminentísimo Sr. Cardenal Carlos Osorro Sierra por parte de la segunda respectivamente-, deseamos desde lo más profundo de nuestro corazón un buen y fructífero éxito en las labores del Encuentro de este año e invocamos sobre todos los participantes la rica gracia y la infinita misericordia del Señor y Fuente de la Paz sin fronteras, Jesucristo. ¡Amén!

En El Fanar, a 9 de Septiembre de 2019

Bartolomé I,
Arzobispo de Constantinopla-Nueva Roma y Patriarca Ecuménico,
querido hermano en Cristo y ferviente intercesor ante Dios.