«Un ejemplo de comunión». Es más, «fue un “mar de comunión” para toda la Iglesia ortodoxa y para el mundo». El Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en la histórica visita de hoy en ocasión de la fiesta litúrgica de San Nicolás, definió detalladamente de esta manera todo lo que surgió en el Concilio panortodoxo que se llevó a cabo en junio de este año. Quiso hablar al respecto durante la «lectio magistralis», concentrada en la comunión a partir de su significado teológico, que pronunció en la antigua basílica del santo patrón, para la inauguración del año académico de la Facultad de Teología de Apulia. El Instituto Ecuménico le otorgó el premio «San Nicolás».
Es la primera vez que un Patriarca ecuménico de Constantinopla es huésped de esta ciudad marítima, vínculo de convivencia y puente entre los cristianos de Oriente y Occidente, que desde hace más de mil años custodia las reliquias del santo de la Iglesia unida, venerado desde siempre tanto por católicos como por ortodoxos.
El valor ecuménico de la visita de Bartolomé, que desde 1991 preside en la caridad y en la diaconía el conjunto de las Iglesias ortodoxas (persiguiendo infatigablemente la unidad entre los cristianos y la paz), se fortalece con la convicción de que el ecumenismo es tarea de cada una de las Iglesias locales. Y el «significativo reconocimiento» hoy conferido a Bartolomé por la diócesis de Bari fue recordado por Papa Francisco en su mensaje como «signo de agradecimiento por el servicio que ha ofrecido para la promoción de una cada vez mayor comunión entre todos los que creen en Cristo». Signo, que por su parte, el Patriarca recibió como «profético de la unidad de todas las Santas Iglesias de Dios», subrayando el camino teológico «entre nuestras Iglesias y el amor, el respeto y la colaboración».
Comunión, Concilio, compartir, diálogo, integración. Estos fueron los principales argumentos de la «lectio magistralis» que pronunció Bartolomé en Bari. El título de su intervención también fue muy representativo: «Adriático y Jónico, mares de Comunión». En absoluta sintonía con los pronunciamientos de Papa Francisco, el Patriarca de Constantinopla explicó en primer lugar el concepto de comunión como expresión de amor en la relación Trinitaria citando pasajes de la Escritura: «Comunión, 'koinonia', es común participación de gracia, amor y comunión a la vida de Dios, que se convierte en experiencia misma del “estar en relación”. Significa participar juntos de la naturaleza divina mediante la gracia que nos ha dado Dios en todos los aspectos de la vida cristiana. Significa compartir la fe, compartir la espiritualidad, rezar los unos por los otros, significa realizar concretamente esta comunión en nuestras vidas y ponerla en práctica. Por lo tanto, si estamos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, íntimos con Él —explicó Bartolomé—, percibimos a los hermanos como aquellos que nos pertenecen, que comparten nuestro mismo origen trinitario y que caminamos hacia la misma meta que es Cristo, que recapitula todo en sí». Porque «el Amor Trinitario nos hace personas en relación, sujetos “comunionales”, connaturales en el diálogo, capaces de una relación de amor que transfigura nuestro yo y nos vuelve capaces de actuar y pensar que la paz surge del diálogo y que el diálogo conduce a la unidad».
Por ello, que el Patriarca ecuménico hubiera subrayado que la Iglesia ortodoxa ha dado un ejemplo de comunión en Creta: «Nuestra Santa Iglesia Ortodoxa manifestó su 'koininia' el pasado mes de junio, cuando en Creta, por decisión unánime de todos los Primados de las Iglesias ortodoxas autocéfalas, fue convocado el Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa». Después de casi 55 años de preparación, discusiones, encuentros y sinaxis de los Primados, a pesar de los problemas que se manifestaron a pocos días de que comenzara el encuentro y a pesar de la ausencia de algunas Iglesias, el Concilio panortodoxo se llevó a cabo, subrayó el Patriarca, en un clima de oración y diálogo, y se centró en temas de actualidad como la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo y la relación de las Iglesias ortodoxas con el resto del mundo cristiano.
Según Bartolomé, «este gran encuentro conciliar habló con una sola voz a sus fieles, a las Iglesias y al mundo». Fue testimonio de comunión y ejemplo de relación a imagen de la relación trinitaria, y en la Encíclica al mundo definió los principios fundamentales de la comunión: «La Iglesia no vive por sí misma. Ofrece a la humanidad entera, mediante la elevación y la renovación del mundo en cielos nuevos y tierra nueva». Además expresó la manera en la que esa Comunión se expresa: «La Iglesia es en sí misma Concilio, fundada en Cristo y guiada por el Espíritu Santo, de acuerdo con el dicho apostólico: «Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros» (Hechos, 15,28). Según Bartolomé, pues, el Concilio sintió la exigencia de la comunión con el mundo, y con todo lo que se relaciona con él. Se ocupó de los cambios actuales, de la necesidad de una atención a la persona humana, también frente a las conquistas científicas, a la genética y a las nuevas ciencias. Elevó su voz por la pobreza extendida, por la amenaza que incumbe sobre el ambiente natural. No ha callado los problemas que nacen de la globalización, de los extremos fenómenos de la violencia y de la inmigración. Dedicó una particular atención a la vocación de comunión en la familia, «Iglesia doméstica», y al diálogo como experiencia intrínseca del sentir ortodoxo, en línea con todo lo expresado por el concepto de comunión: «En este espíritu de reconocimiento de la necesidad de testimonio y disponibilidad, la Iglesia Ortodoxa siempre ha atribuido gran importancia al diálogo y, en particular, al diálogo con los cristianos no ortodoxos».
Después, Bartolomé se refirió al testimonio de la antigua y pacífica convivencia entre griegos y latinos en Apulia. Cuna de historia, civilización, lenguas, culturas y religiones capaces de interconexiones e intercambios, que marcaron los procesos sociales de toda la zona durante siglos, contribuyendo al crecimiento de los pueblos que viven a orillas del Mare Nostrum. Hoy como entonces, no podemos vivir en relación con Dios y con nuestros hermanos y hermanas que sufren, dijo Bartolomé, sin poner en práctica las propuestas humanas y sociales del Concilio de la iglesia ortodoxa y alimentar los principios de diálogo, amor y paz ante un «Mare Nostrum que se ha convertido en la tumba de tantos hermanos y hermanas que soñaban una vida mejor. Creemos que el papel de las religiones —dijo para concluir el Patriarca— es fundamental para crear, poner en marcha y consolidad el principio de comunión para la colaboración y la comprensión recíproca, alejando los fundamentalismos que existen en todas las sociedades y religiones. Existe la necesidad de recrear el afecto recíproco entre los pueblos, superando desconfianzas, violencias, masacres y genocidios. Se necesita que la justicia social y la justicia entre las naciones prevalezca sobre los meros intereses de la economía mundial y de la globalización más desenfrenada, para poner fin a migraciones sin control».
Mañana el Patriarca de Constantinopla retomará todas estas reflexiones en su homilía, descenderá a la cripta de la Basílica para venerar las reliquias de San Nicolás y asistirá a la concelebración eucarística para la solemnidad del Santo patrono, presidida por el arzobispo de Bari-Bitonto, Francesco Cacucci, quien dijo que la histórica visita del Patriarca Ecuménico de Constantinopla es «un paso importante en el camino que acerca a los fieles católicos y ortodoxos en la común memoria del Santo de Myra», además de «coronación de un largo camino».
Mientras tanto, la Conferencia Episcopal de Italia indicó que a partir del próximo 6 de diciembre será obligatorio celebrar la memoria de San Nicolás en todas las iglesias de Italia.
VATICAN/ESTEFANIA FALASCA
Fuente: www.alianzatex.com