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sábado, 29 de octubre de 2016

Proclamación Patriarcal con ocasión del 25º aniversario de la elección de Su Toda Santidad al Trono Ecuménico


Estambul, Turquía
28/10/2016

EL PATRIARCA ECUMÉNICO BARTOLOMÉ
A la plenitud del Patriarcado Ecuménico en todo el mundo
En el 25º aniversario de su elección al Trono Ecuménico

MENSAJE DE SU TODA SANTIDAD

Tributamos alabanza y gloria al Dios Uno y Trino, que nos ha considerado dignos de alcanzar el vigesimoquinto aniversario del día en que, por mandato de nuestro Santo y Sacro Sínodo, ascendimos al martirizado Trono Patriarcal de la Iglesia de Constantinopla. Con la gracia de Dios, habiendo recorrido alegremente este camino de servicio en el Primer Trono entre las Iglesias Ortodoxas, echamos la mirada atrás a las experiencias, acontecimientos, oraciones, viajes y actividades, y al mismo tiempo miramos hacia adelante con un espíritu de optimismo y firme esperanza en el futuro, por lo cual exclamamos como nuestro santo predecesor Juan Crisóstomo: "Gloria a Dios por todas las cosas".

Expresamos nuestra más sincera gratitud a todos los que han contribuido a nuestro esfuerzo de llevar la cruz del cargo patriarcal que la Santa y Gran Iglesia de Cristo colocó sobre nuestros hombros el día de nuestra elección, y hacemos nuestros los anhelos y esperanzas de nuestro piadoso pueblo ortodoxo, tanto del Patriarcado Ecuménico como de toda la Iglesia Ortodoxa.

A lo largo de nuestro patriarcado, mucha gente ha contribuido, a modo de otros cireneos, a aliviar el peso y a suavizar a menudo el dolor y penalidades del camino. Recordamos con agradecimiento las palabras y hechos de nuestros hermanos clérigos y laicos de la valiente y sacrificada Madre Iglesia, tanto los que están lejos como los que están cerca, que han ofrecido su tiempo y dedicación a apoyarnos a lo largo de estos veinticinco años. Nuestras visitas pastorales a las eparquías del sacratísimo Trono Ecuménico y nuestras comunicaciones con nuestros fieles de todo el mundo, así como con las honorables autoridades de los diferentes países, han supuesto una ocasión única para el diálogo sincero y el establecimiento de relaciones personales y de hermandad.

Este viaje no habría tenido el resultado deseado sin el amor y apoyo de nuestros Hermanos Primados de las demás Iglesias Ortodoxas Autocéfalas. Este apoyo fraternal de Sus Beatitudes los Primados, a quienes damos las gracias de todo corazón, así como las muestras de respeto por parte del santo clero, las estimadas autoridades y las personas de buena voluntad, desde el punto más meridional de África hasta Siberia y desde el Lejano Oriente hasta los confines de Europa, han demostrado ser fuente de continua inspiración. Las muchas visitas al Fanar por parte del clero y el laicado de otras Iglesias Ortodoxas dan testimonio de este hecho, que también subraya y refuerza nuestros inquebrantables lazos espirituales y la firme unidad de la Iglesia.

Recordamos con cariño la magnánima hospitalidad ofrecida por nuestros Hermanos Primados y Jerarcas. Traemos a la mente a los piadosos fieles que nos dieron la bienvenida con emocionadas lágrimas y diversas expresiones de amor sin fingimiento. Y no podemos olvidar a los devotos monjes y monjas que frecuentemente nos recibieron y constantemente rezan por nosotros y por los pobres de la Iglesia de Cristo.

Nuestra Iglesia Ortodoxa es Una, y su cabeza es nuestro Señor Jesucristo, que nos ha considerado dignos de convocar -con el consentimiento de Sus Beatitudes los Primados- el Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa, recientemente celebrado en Creta. Este gran acontecimiento histórico de nuestra Santa Iglesia nos llena de inmenso gozo y nos permite enorgullecernos en el Señor, pues constituye la culminación de nuestro patriarcado. El Santo y Gran Concilio demostró la identidad conciliar de la Iglesia Ortodoxa, y es obligación de todos nosotros -tanto los que asitimos como los que no pudieron hacerlo- recibir y aplicar las Decisiones de este Concilio, así como transmitir y cultivar el espíritu de unidad a nuestros piadosos fieles de todo el mundo.

Reconociendo las exigencias de nuestro tiempo, hemos continuado y avanzado en el Diálogo Teológico con el resto del mundo cristiano, así como en el diálogo académico con otras comunidades religiosas. Reconocemos con gratitud y apreciamos la labor y la gran contribución de los que han participado y siguen haciéndolo en todos estos diálogos, donde se ha ofrecido y sigue ofreciéndose el testimonio creíble de nuestra Fe Ortodoxa.

La plaga de la guerra y el terrorismo en todo el planeta nunca ha dejado de preocuparnos. La ola de violencia que afecta a muchas regiones del mundo ha causado la aniquilación de pueblos y la persecución de nuestros hermanos y hermanas cristianos en el Oriente Próximo. Rezamos especialmente por los cristianos que han sido martirizados, y lanzamos una llamada a todas las partes implicadas para que cesen las hostilidades y la actividad criminal.

Nuestra santísima Iglesia reza por la paz de todo el mundo y considera el respeto a la dignidad humana y a la libertad un derecho inalienable de toda persona. No existen guerras "sagradas". Solo la paz es sagrada, y constituye una obligación suprema para todos.

Con un corazón afligido y profundo dolor seguimos la tragedia de todos los que han sido desarraigados con violencia de sus lugares de origen y esperan un futuro mejor y un nuevo hogar. Nuestra reciente visita al centro de acogida de refugiados en la isla de Lesbos, junto a Su Santidad el Papa Francisco y Su Beatitud el Arzobispo Jerónimo de Atenas, ha supuesto un esfuerzo conjunto para sensibilizar a la opinión pública mundial acerca de nuestros semejantes que sufren.

El mundo de hoy experimenta una vasta crisis financiera y social. El fenómeno de la globalización causa gran revuelo en la economía internacional y desestabiliza la cohesión social, ensanchando la brecha entre pobres y ricos. El principio de autonomía de la economía, que separa a esta de las necesidades humanas, provoca aprovechamiento y explotación. Por tanto, nos oponemos a cualquier actividad financiera como un fin en sí misma y proponemos una "economía con rostro humano", una economía que se adhiera a los principio evangélicos de justicia y solidaridad.

Desde el principio de nuestro patriarcado, hemos estado profundamente preocupados con la conservación del medio ambiente. Somos mayordomos y protectores de la creación de Dios, y es nuestro deber sagrado respetar y transmitir intacto e íntegro este don divino a las futuras generaciones. La crisis espiritual y ética de la humanidad, el abuso de la libertad humana, han conducido a la ruptura en las relaciones humanas con la creación y a una distorsión de su recto uso. En nuestros días no solo abusamos de los recursos naturales de nuestro planeta y contaminamos el medio ambiente, sino que hemos ampliado nuestra contaminación más allá del planeta, al espacio, pues en los últimos años el volumen de los llamados "residuos espaciales" ha aumentado dramáticamente, e incluso se habla de explotar los recursos de otros cuerpos celestes. La única solución es un cambio radical de mentalidad, el paso de una actitud vital consumista y centrada en la acumulación a un trato eucarístico de la creación, junto a una educación espiritual de los jóvenes para que traten el medio ambiente con sensatez, respecto y responsabilidad.

Tributamos alabanza y agradecimiento, en humilde oración, a Dios en las alturas, por el cumplimiento de estos venticinco años en el timón del Primer Trono de la Ortodoxia, y nos dirigimos a todos vosotros, honorables hermanos y queridos hijos en el Señor, pidiéndoos vuestras oraciones y vuestro continuado y fructífero servicio para la gloria de Su Honorable nombre, "que está por encima de todo nombre" (Fil 2,9).

En el Patriarcado Ecuménico, el 22 de octubre de 2016
Vuestro amado hermano en Cristo
y ferviente suplicante ante Dios
+ Bartolomé de Constantiniopla

Para ser leído el domingo 30 de octubre de 2016 después de la lectura del Evangelio durante la Divina Liturgia.