miércoles, 7 de septiembre de 2016

Declaración conjunta de ortodoxos y católicos con motivo de la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación


El arzobispado de Madrid y la Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal celebraron el sábado 3 de septiembre, por primera vez en Madrid, un encuentro con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Tras una mesa redonda en la parroquia de Santa Cristina, los más de 200 participantes peregrinaron hasta el Cerro de la Torrecilla para participar en una oración presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, junto con monseñor Policarpo (Patriarcado Ecuménico de Constantinopla) y monseñor Timotei (Iglesia ortodoxa rumana). Estuvo también presente el vicario patriarcal siro-ortodoxo para España, monseñor Matti. La declaración conjunta subraya que los ataques contra la creación tienen su origen en «una concepción desviada de la tarea que tenemos en el mundo» y pide «convertir nuestros corazones». Se trata de «un reto enorme. Pero sabemos que nunca es demasiado tarde» porque el hombre «ha sido creado para amar» y «todavía es capaz de intervenir positivamente». He aquí el texto de la Declaración:

«Nos encontramos reunidos esta tarde y en este hermoso lugar, para sumarnos a una iniciativa global, para celebrar la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Hoy nos congregamos hermanos de distintas tradiciones cristianas junto a gentes de buena voluntad, para orar en acción de gracias, por las maravillas que Dios nos ha dejado en heredad, a través de su Creación. Una inmensa biodiversidad que expresa de forma velada la gran sabiduría del Creador y la necesidad que tenemos de estudiarla y gestionarla para que aumente su riqueza y sirva al bien común de las generaciones actuales y venideras, y para dar a Dios la gloria que le es debida.

Pero también nos reunimos para reconocer, junto a la mayoría de la comunidad científica internacional, que nuestro planeta está siendo sometido a un cambio climático sin precedentes causado por la intervención del ser humano, que está poniendo en serio peligro los ecosistemas y causando la destrucción del legado de Dios: su presencia y su sabiduría manifestada en la biodiversidad. Al mismo tiempo, se nos conmueven las entrañas ante el sufrimiento de tantos millones de hermanos nuestros que soportan exclusión, miseria, hambre y violencia de todo tipo, muchas veces por guerras para obtener y monopolizar recursos naturales o por desastres naturales, frutos del cambio climático. Nos duele como propio este sufrimiento, pues nos sabemos hermanados con todas las personas y criaturas, como miembros de una misma Creación, del designio de Dios para la humanidad. Como creyentes, reconocemos que este crimen contra la naturaleza y contra nuestros hermanos es un despropósito ante nuestra propia dignidad humana y un pecado contra Dios.

Manifestamos que en el origen de estos sufrimientos hay una concepción desviada de la tarea que tenemos en el mundo. Dios, que planeó un mundo de belleza y armonía, confió la custodia de su Creación a los seres humanos, a quienes configuró a su imagen y semejanza. Pero los humanos nos hemos apartado de este designio original y nos hemos considerado dueños y señores en lugar de administradores y colaboradores de Dios en la realización cada vez más plena de su Creación.

Admitimos que necesitamos convertir nuestros corazones, cambiar nuestra manera de pensar, cultivar nuevas actitudes y comportarnos de manera acorde con nuestra dignidad. Necesitamos aprender a vivir de manera respetuosa con todas las formas de vida, especialmente con nuestros hermanos sufrientes a causa de un sistema económico depredador y excluyente que pone en el centro el beneficio económico antes que la defensa de la vida.

Nos enfrentamos como humanidad a un reto enorme. Pero sabemos que nunca es demasiado tarde. El mundo creado por Dios posee poderes increíbles de curación. El ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente, pues como ha sido creado para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado.

Hoy las comunidades católico-romana y ortodoxa, invitamos a todos los cristianos y gentes de buena voluntad en Madrid, a unirse a esta iniciativa global, con la esperanza de que todos los años venideros podamos seguir encontrándonos en estas jornadas, para orar y colaborar juntos por el cuidado de la Creación.

Como cristianos, nos alegramos del inmenso tesoro que es nuestra fe, iluminada con la experiencia espiritual de millones de creyentes que han pasado por esta tierra antes que nosotros. Nos asombramos ante el misterio de un mundo que es una trama de relaciones porque ha sido creado según el modelo divino de Dios trinitario. Alabamos al Padre, fuente última de todo y fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. Nos reconocemos hermanos y discípulos de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios hecho hombre, en quien encontramos un modelo humano de comportamiento según la voluntad del Padre. Y nos abrimos a la acción del Espíritu Santo vivificador, que habita en las criaturas y en cada uno de nosotros y nos impulsa a vivir conforme a nuestra dignidad de hijos de Dios.

Alabado sea el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

+ Carlos Osoro Sierra Arzobispo de Madrid. Iglesia Católica Romana

+ Policarpo Metropolita Ortodoxo de España y Portugal

+ Timotei Obispo Ortodoxo Rumano de España y Portugal»