Turquía no ha permitido este año la celebración de la Dormición de la Virgen que se lleva celebrando los últimos cinco años en el Monasterio de la Madre de Dios en Soumela, en la región de Trebisonda, según Aleteia.
Esta decisión significará que cientos de peregrinos, muchos procedentes de Rusia, se verán frustrados este año en su pretensión de celebrar la Asunción según el rito ortodoxo.
La coartada utilizada por las autoridades turcas para llevar a cabo esta prohibición es la “necesidad de efectuar una serie de trabajos de restauración que habrían de solucionar un conjunto de problemas de construcción, de reciente aparición, que amenazan con afectar la estabilidad del edificio”.
Estas explicaciones no han convencido ni al Patriarcado de Constantinopla ni a los representantes de las comunidades ortodoxas griegas, que aseguran que son “sólo excusas”. Y es que esta decisión ha reavivado el temor de que el monasterio sea cerrado por la creciente islamización del país llevada a cabo por el presidente Erdogán.
El precedente del cierre de Santa Sofía
Hay que recordar que en 2010, tras 88 de prohibición, el gobierno turco permitió por primera vez al patriarca ecuménico para celebrar la liturgia divina en la fiesta de la Dormición. Se trataba de un permiso que no tenía fecha de expiración hasta que el pasado mes de mayo las autoridades turcas informaron al patriarcado ecuménico que tal permiso había sido retirado.
El presidente de la Federación Internacional de los griegos del Ponto, Georges Parcharidis, ha asegurado que Turquía no quiere que el monasterio esté activo de nuevo. “La razón dada es la restauración del edificio, pero no creo que esa sea la razón. Los turcos no quieren permitir que el histórico monasterio esté activo de nuevo. Su objetivo es hacer desaparecer cualquier elemento que una a Grecia y a la ortodoxia”.
En esta línea, Parcharidis ha afirmado que la decisión de las autoridades turcas se enmarca de una estrategia global. “Hace ya dos años que la iglesia de Santa Sofía Trabzon fue convertida en una mezquita, mientras que lo mismo ocurre gradualmente con Santa Sofía en Constantinopla. Todas las iglesias ortodoxas en la zona se han convertido en mezquitas, en graneros, o se han derrumbado”.
Javier Torres
Fuente: Actuall