La ausencia de cuatro Iglesias en el sínodo panortodoxo celebrado en Creta del 18 al 26 de junio no afecta a su legitimidad, a juicio de dos asistentes, miembros de la delegación del Patriarcado de Constantinopla
Es panortodoxo
El encuentro de Creta ha sido un santo y gran sínodo, pero también un sínodo panortodoxo. La ausencia de una o más Iglesias no mina su naturaleza panortodoxa, sobre la que se ha estado de acuerdo unánimemente (¡y en ningún momento ninguna Iglesia estuvo en desacuerdo!) durante los dos últimos años, con documentos firmados oficialmente y acuerdos unánimes. Sus decisiones tienen autoridad y validez panortodoxa, aunque se someterán a un proceso de recepción. Ha habido numerosos sínodos sin la participación de todas las Iglesias, que sin embargo son vinculantes para todas las Iglesias ortodoxas. Por ejemplo, en 1872 en Constantinopla solo hubo dos Iglesias y Rusia no participó.
Una ausencia dolorosa, pero que no le resta importancia
La ausencia de Moscú, Antioquía, Bulgaria y Georgia ha sido dolorosa para las diez Iglesias que sí asistieron, pero no ha afectado al carácter institucional o a la importancia del sínodo. Es la reunión de Iglesias y obispos ortodoxos más representativa y completa de la historia. Nunca había habido un sínodo con diez Iglesias.
Su propósito no era una reforma, sino la unidad: juntar a las Iglesias para ofrecer un perfil más unido y un testimonio más creíble ante el mundo. Aunque las Iglesias ortodoxas están unidas sacramental y doctrinalmente, no se habían reunido en sínodo panortodoxo desde hace más de mil años. Esto es contrario a sus principios. Las Iglesias ortodoxas estaban llamadas a redescubrir su identidad sinodal, y el sínodo les dio la oportunidad.
Los frutos de Creta
Su principal logro ha sido la institucionalización del proceso conciliar en la vida de la Iglesia ortodoxa en la era moderna. Lo que era un mecanismo natural y regular durante el primer milenio fue subestimado e ignorado durante el segundo. El patriarca Bartolomé lo ha revivido de forma valiente y visionaria. Más allá de esto, una victoria clara para la Iglesia ortodoxa fue la afirmación de su apertura y diálogo con otras Iglesias.
¿Por qué era tan controvertida la cuestión ecuménica?
Las Iglesias ortodoxas se han desarrollado a ritmos diferentes. Por ejemplo, el patriarca ecuménico ha establecido relaciones positivas y constructivas con otras Iglesias cristianas y organizaciones ecuménicas, mientras que otras Iglesias se han mantenido alejadas de estas relaciones.
Por esto hubo gran controversia acerca del borrador del documento Sobre la relación con otros cristianos. Los representantes tradicionalistas de algunas Iglesias han dado razones para no usar la palabra Iglesia para otras comuniones cristianas no ortodoxas. Una función del sínodo era ofrecer líneas de actuación y sincronizar distintas perspectivas ecuménicas de las Iglesias locales. Se esperaba que el sínodo no solo estimulara y avanzara la unidad panortodoxa, sino también la reconciliación intercristiana, especialmente con los católicos.
El postsínodo: ¿Y ahora, qué?
El proceso de recepción es vital en cualquier sínodo ortodoxo. Incluso los concilios ecuménicos de los primeros siglos [antes de la división de la Iglesia] se sometieron a ser aceptados y acogidos por «la conciencia del pueblo». Me gusta describirlo como «el sínodo después del sínodo».
Todas las 14 Iglesias ortodoxas tendrán que promover una serie de programas educativos, en seminarios, parroquias y diócesis, a nivel local y regional, para que la Iglesia evalúe cómo las decisiones del santo y gran sínodo siguen la doctrina y tradición auténticas de los primeros concilios.
Lo que ha resultado del sínodo es la confirmación de que las Iglesias ortodoxas están dispuesta a estar por encima de sus intereses étnicos o internos para demostrar que se preocupan profundamente por los desafíos globales de nuestro mundo.
¿Habrá más sínodos?
Los primados y otros obispos estaban convencidos y expresaron repetidamente que estas asambleas deberían volver a convertirse en el foro adecuado para que las Iglesias ortodoxas compartan de forma abierta y sincera. Una de las reacciones más comunes era: «No sabía que la Iglesia en Nigeria (Albania, Corea…) se enfrentara a esto». Muchos recalcaban que estos sínodos deberían reunirse cada siete o diez años.
Una Iglesia ortodoxa para el siglo XXI
La Iglesia enseña que la salvación que se nos ofrece en Cristo sana a la humanidad y transfigura toda la creación. En esta visión cósmica no debe haber lugar para el aislacionismo, el sectarismo, el triunfalismo, el oscurantismo, el nacionalismo y el imperialismo. En un mundo que está siendo testigo de la crisis humanitaria más horrorosa desde la II Guerra Mundial, la Iglesia debería tener una palabra de esperanza y consuelo.
Fue el milagro de Pentecostés, la fiesta en la que el sínodo empezó. Los primados y obispos se reunieron para implorar e invocar al Espíritu Santo para afirmar y demostrar su unidad así como para recibir poder y energía para ser testigos creíbles de la crucifixión y la resurrección del Señor. Pero para que ocurriera, tenían que estar juntos «en el mismo lugar».
John Chryssavgis
Portavoz del Patriarcado de Constantinopla en el sínodo
Pavel Gavrilyuk