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martes, 14 de junio de 2016

Las relaciones de la Iglesia ortodoxa con el conjunto del mundo cristiano


V CONFERENCIA PANORTODOXA PRECONCILIAR
Chambésy, 10-17 de octubre de 2015

DECISIÓN

Las relaciones de la Iglesia ortodoxa con el conjunto del mundo cristiano

1. La Iglesia ortodoxa, siendo la Iglesia una, santa, católica y apostólica, cree firmemente, en su conciencia eclesial profunda, que ocupa un lugar preponderante para la promoción de la unidad de los cristianos en el mundo de hoy.

2. La Iglesia ortodoxa asienta la unidad de la Iglesia en el hecho de haber sido fundada por nuestro Señor Jesucristo, así como en la comunión en la Santa Trinidad y en los sacramentos. Esta unidad se expresa a través de la sucesión apostólica y la tradición patrística, y ha sido vivida hasta nuestros días en su seno. La Iglesia ortodoxa tiene la misión y el deber de transmitir y predicar toda la verdad, contenida en la Santa Escritura y la Santa Tradición, lo que da a la Iglesia su carácter universal.

3. La responsabilidad de la Iglesia ortodoxa y su misión ecuménica respecto de la unidad de la Iglesia han sido expresadas por los Concilios Ecuménicos. Estos han subrayado sobre todo el vínculo indisoluble entre la verdadera fe y la comunión sacramental.

4. La Iglesia ortodoxa, que reza sin cesar "por la unión de todos", siempre ha cultivado el diálogo con los que se han marchado, lejanos y cercanos, e incluso ha dirigido la búsqueda contemporánea de vías y medios para restablecer la unidad de los creyentes en Cristo, ha participado en el Movimiento Ecuménico desde su nacimiento y ha contribuido a su formación y desarrollo ulterior. Por otro lado, gracias al espíritu ecuménico y filantrópico que la distingue, y según la prescripción divina de que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,4), la Iglesia ortodoxa ha combatido siempre por el restablecimiento de la unidad cristiana. Así pues, la participación ortodoxa en el Movimiento Ecuménico no va en absoluto contra la naturaleza y la historia de la Iglesia ortodoxa, sino que constituye la expresión consecuente de la fe y la tradición apostólica en unas condiciones históricas nuevas.

5. Los diálogos teológicos bilaterales actuales de la Iglesia ortodoxa, así como su participación en el Movimiento Ecuménico, se apoyan en la conciencia misma de la Ortodoxia y en su espíritu ecuménico con el objetivo de buscar, sobre la base de la fe y de la tradición de la Iglesia antigua de los siete Concilios Ecuménicos, la unidad perdida de los cristianos.

6. Según la naturaleza ontológica de la Iglesia, su unidad no puede ser perturbada. La Iglesia ortodoxa reconoce la existencia histórica de otras Iglesias y Confesiones cristianas que no se encuentran en comunión con ella, pero cree asimismo que las relaciones que mantiene con estas últimas deben fundarse en una clarificación, lo más rápida y objetivamente posible, de toda la cuestión de la eclesiología y, más en concreto, de la enseñanza general que estas profesan acerca de los sacramentos, la gracia, el sacerdocio y la sucesión apostólica. Así, está bien dispuesta, tanto por razones teológicas como pastorales, a tomar parte en todo diálogo teológico con diferentes Iglesias y Confesiones cristianas y, de un modo más general, a participar en el Movimiento Ecuménico contemporáneo, en la convicción de que mediante el diálogo aporta un testimonio dinámico de la plenitud de la verdad en Cristo y de sus tesoros espirituales a todos aquellos que se encuentran fuera de ella, con el objetivo de allanar el camino que conduce a la unidad.

7. En este espíritu las Santas Iglesias ortodoxas locales participan activamente hoy en los diálogos teológicos oficiales, y la mayoría de ellas en diferentes organismos intercristianos bilaterales y multilaterales, y participan en diferentes organismos nacionales, regionales o internacionales; esto es así a pesar de la profunda crisis que conoce el Movimiento Ecuménico. Esta actividad ecuménica pluridimensional tiene su fuente en el sentimiento de responsabilidad y en la convicción de que la coexistencia, la comprensión recíproca, la colaboración y los esfuerzos comunes hacia una unidad cristiana son esenciales "para no crear obstáculos al Evangelio de Cristo" (1 Cor 9,12).

8. Es evidente que la Iglesia ortodoxa, aunque dialoga con los otros cristianos, no ignora las dificultades ligadas a tal empresa; es más, comprende los obstáculos que se levantan en el camino de una comprensión común de la tradición de la antigua Iglesia, y espera que el Espíritu Santo, que constituye "toda la institución de la Iglesia (estiquero de las Vísperas de Pentecostés) compensará las insuficiencias (voto de la Ordenación)". En este sentido, en el transcurso de los diálogos teológicos, así como en el contexto de su participación en el Movimiento Ecuménico, la Iglesia ortodoxa no se apoya únicamente en las fuerzas humanas de los que dirigen los diálogos, sino también en la protección del Espíritu Santo y en la gracia del Señor que rezó "para que todos sean uno" (Jn 17,21).

9. Los diálogos teolóficos bilaterales actuales, anunciados por Conferencias panortodoxas, son la expresión de la decisión unánime de todas las santas Iglesias ortodoxas locales que tienen el deber de participar activamente y con continuidad en su desarrollo, y esto para no poner obstáculo al testimonio unánime de la Ortodoxia para la gloria del Dios trinitario. Los diálogos se desarrollan bajo la iniciativa del Patriarcado Ecuménico, bajo la forma de comisiones designadas por las Iglesias ortodoxas. En caso de que una Iglesia local decida no designar delegados para uno de los diálogos o para una asamblea en concreto, si esta decisión no se ha tomado a escala panortodoxa, el diálogo continúa. La ausencia de una Iglesia local debe, no obstante, antes de la apertura del diálogo o de la asamblea en cuestión, ser objeto de una discusión en el seno de la misión ortodoxa implicada en el diálogo para expresar la solidaridad y la unidad de la Iglesia ortodoxa.

10. Los problemas que surgen en el transcurso de las discusiones teológicas de las comisiones mixtas no siempre justifican por sí mismos la retirada unilateral de los delegados ni la suspensión definitiva de la participación de una Iglesia ortodoxa local. Se debe evitar de ordinario que una Iglesia se retire de un diálogo, desplegando los esfuerzos necesarios a escala interortodoxa para restablecer la representatividad completa en el seno de la Comisión teológica ortodoxa implicada en este diálogo. Si una o varias Iglesias ortodoxas se niegan a participar en las reuniones de la Comisión mixta teológica de un cierto diálogo por razones eclesiológicas, canónicas, pastorales o morales, esta o estas Iglesias deben comunicar por escrito su rechazo al Patriarca Ecuménico y a todas las Iglesias ortodoxas según el orden panortodoxo establecido. Durante la consulta panortodoxa, el Patriarca Ecuménico intenta conseguir el concenso de todas las otras Iglesias, para lo que convendrá hacer todo lo necesario, incluyendo así una nueva evaluación del proceso del diálogo teológico en caso de que este sea considerado unánimemente indispensable.

11. La metodología que se sigue en el desarrollo de los diálogos teológicos tiene como objetivo encontrar una solución a las divergencias teológicas heredadas del pasado o a las que puedan haber surgido recientemente y buscar los elementos comunes de la fe cristiana. También presupone la puesta al corriente del pléroma de la Iglesia acerca de la evolución de los diferentes diálogos. En caso en que no se consiga superar una divergencia teológica concreta, el diálogo teológico puede continuar después de que se registre el desacuerdo constatado acerca de esa cuestión teológica concreta y se informe de este desacuerdo a todas las Iglesias ortodoxas locales para que se tomen las medidas que correspondan.

12. Es evidente que en el transcurso de los diálogos teológicos el fin perseguido por todos es el mismo: el restablecimiento final de la unidad en la verdadera fe y en el amor. No obstante, es cierto que las divergencias teológicas y eclesiológicas existentes permiten de algún modo una jerarquización de las dificultades que se presentan en el camino de la realización de este objetivo fijado a escala panortodoxa. La especificidad de los problemas relacionados con cada diálogo bilateral presupone una diferenciación en la metodología que hay que seguir en cada caso, pero no una diferenciación en el objetivo, pues este es el mismo para todos los diálogos.

13. A pesar de esto, se impone un esfuerzo de coordinación de la tarea de las diferentes Comisiones teológicas interortodoxas, en caso de necesidad, debido a que la unidad ontológica e indisoluble que existe en el seno de la Iglesia ortodoxa debe ser revelada y manifestarse igualmente en el contexto de estos diálogos.

14. La conclusión de todo diálogo teológico proclamado oficialmente corresponde a la finalización de la tarea de la Comisión teológica designada a tal efecto; entonces el Presidente de la Comisión Interortodoxa envía un informe al Patriarca Ecuménico, el cual, de acuerdo igualmente con los Primados de las santas Iglesias ortodoxas locales, proclama la clausura del diálogo. Ningún diálogo se da por concluido antes de que su fin haya sido proclamado por tal decisión panortodoxa.

15. La decisión panortodoxa, en caso de que un diálogo teológico concluya con éxito, de restablecer la comunión eclesial debe poder fundarse en la unanimidad de todas las Iglesias ortodoxas locales.

16. Uno de los principales órganos del Movimiento Ecuménico contemporáneo es el Consejo Mundial de las Iglesias (CMI). Algunas Iglesias ortodoxas han sido miembros fundadores de este Consejo, y posteriormente todas las Iglesias ortodoxas locales se convirtieron en miembros. El CMI, en tanto que órgano intercristiano estructurado, a pesar de no agrupar a todas las Iglesias y Confesiones cristianas, y otros organismos intercristianos y regionales como la Conferencia de Iglesias Europeas (CIE) o el Consejo del Oriente Próximo, cumplen una misión fundamental en la promoción de la unidad del mundo cristiano. Las Iglesias ortodoxas de Georgia y Bulgaria se retiraron del Consejo Mundial de las Iglesias, la primera en 1997 y la segunda en 1998, pues tenían una opinión diferente respecto de la obra del Consejo Mundial de las Iglesias, y por ello no participan en las actividades intercristianas llevadas a cabo por este organismo y por otros organismos intercristianos.

17. Las Iglesias ortodoxas locales miembros del CMI participan completa e igualmente en el organismo del Consejo Mundial de las Iglesias y contribuyen por todos los medios de los que disponen al testimonio de la verdad y a la promoción de la unidad de los cristianos. La Iglesia ortodoxa ha acogido favorablemente la decisión del CMI de responder a su petición acerca de la constitución de una Comisión especial para la participación ortodoxa en el CMI según el mandato de la Conferencia Interortodoxa de Salónica (1998). Los criterios fijados por la Comisión especial, que fueron propuestos por los ortodoxos y aceptados por el CMI, condujeron a la constitución de un Comité permanente de colaboración y de consenso ratificados e incorporados en los Estatutos y en el Reglamento interno del CMI.

18. La Iglesia ortodoxa, fiel a su eclesiología, a la identidad de su estructura interna y a la enseñanza de la Iglesia antigua, aunque participa en el CMI, no acepta en absoluto la idea de la "igualdad de las confesiones" y no puede concebir la unidad de la Iglesia como un reajuste interconfesional. En este espíritu, la unidad buscada en el CMI no puede ser simplemente producto de acuerdos teológicos, sino también de la unidad de la fe de la Iglesia ortodoxa tal y como es vivida y preservada en los misterios de la Iglesia.

19. Las Iglesias ortodoxas miembros del CMI consideran condición 'sine qua non' para la participación en el CMI el respeto del artículo base de su Constitución, según el cual solo las Iglesias y las Cofesiones que reconocen al Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y creen en la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) según el Símbolo de Nicea-Constantinopla pueden ser miembros. Están íntimamente convencidas de que los presupuestos eclesiológicos contenidos en la Declaración de Toronto (1950) titulada "La Iglesia, las Iglesias y el Consejo Ecuménico de las Iglesias" son de una importancia capital para la participación ortodoxa en dicho Consejo. Por supuesto, el CMI no tiene nada de "superiglesia" y no debe en ningún caso convertirse en tal cosa. "El objetivo perseguido por el Consejo Mundial de las Iglesias no es negociar la unión de las Iglesias, lo que solo puede ser hecho por las mismas Iglesias a iniciativa propia; se trata más vien de creer un contacto vivo entre las Iglesias y de estimular el estudio y la discusión de los problemas que afectan a la unidad cristiana" (Declaración de Toronto, 2).

20. Las perspectivas de los Diálogos Teológicos de la Iglesia ortodoxa con las otras Iglesias y Confesiones cristianas siempre están determinados sobre la base de los cristerios canónicos de la tradición eclesiástica ya constituida (cánones 7 del II Concilio Ecuménico y 95 del Concilio Quinisexto).

21. La Iglesia ortodoxa desea reforzar la obra de la comisión Fe y Constitución y sigue con vivo interés las aportaciones teológicas que esta ha realizado hasta nuestros días. Evalúa positivamente los textos teológicos por ella editados, la contribución estimable de teólogos ortodoxos, lo que representa una etapa importante en el Movimiento Ecuménico hacia el acercamiento de las Iglesias. No obstante, la Iglesia ortodoxa guarda reservas en lo que respecta a los puntos capitales vinculados con la fe y el orden.

22. La Iglesia ortodoxa considera condenable todo intento de división de la unidad de la Iglesia por parte de personas o grupos bajo el pretecto de una presunta defensa de la pura Ortodoxia. Como lo testifica toda la vida de la Iglesia ortodoxa, la preservación de la fe ortodoxa pura solo es salvaguardada por el sistema conciliar, que desde siempre constituye en el seno de la Iglesia el juez cualificado y último en materia de fe.

23. La Iglesia ortodoxa tiene una conciencia común de la necesidad del diálogo teológico intercristiano, que debe ir siempre de la mano del testimonio en el mundo y de actos que expresen "el gozo inefable" del Evangelio (1 Pe 1,8), excluyendo todo acto de proselitismo u otra acción de antagonismo confesional provocadora. En este espíritu, la Iglesia ortodoxa considera que es muy importante que todos los cristianos de buena voluntad, inspirados por los principios fundamentales comunes de nuestra fe, intenten dar una respuesta pronta y solidaria, basada en el modelo ideal por excelencia del nuevo hombre en Cristo, a los problemas espinosos que nos plantea el mundo de hoy.

24. La Iglesia ortodoxa es consciente de que el movimiento para la restauración de la unidad de los cristianos toma formas nuevas para responder a situaciones nuevas y hacer frente a los nuevos desafíos del mundo actual. Es indispensable que la Iglesia ortodoxa siga aportando su testimonio al mundo cristiano dividido sobre la base de la tradición apostólica y su fe.

Oramos para que los cristianos obren en común a fin de que no esté lejano el día en que el Señor cumpla la esperanza de las Iglesias ortodoxas: "Un solo rebaño, un solo pastor" (Jn 10,16).

Chambésy, 15 de octubre de 2015
† Juan de Pérgamo, presidente
† Sergio de Buena Esperanza
† Métropolita Damasceno (Patriarcado de Antioquía)
† Hesiquio de Capitolias
† Hilarión de Volokolamsk
† Anfiloquio de Montenegro
† Nifón de Targoviste
† Juan de Varna
† Gerásimo de Zugdidi y Tsaishi
† Jorge de Pafos
† Crisóstomo de Peristerion
† Jorge de Siemiatycze
† Juan de Körçe
† Jorge de Michalovce
† Jeremías de Suiza, secretario para la preparación del Santo y Gran Concilio