El 11 de marzo de 2016 tuvo lugar en el Instituto de Altos Estudios Santos-Cirilo-y-Metodio, de Moscú, un seminario sobre el Concilio panortodoxo previsto para el mes de junio en la isla de Creta. Intervinieron el metropolita Emmanuel de Francia (Patriarcado de Constantinopla), presidente de la Asamblea de los obispos de Francia, y el metropolita Hilarión de Volokolamsk, presidente del Departamento de las relaciones eclesiásticas exteriores del Patriarcado de Moscú, de la Comisión sinodal bíblica y teológica, y rector del citado Instituto. Asistieron el alto clero moscovita, así como el embajador y personal de embajada de Grecia: la presencia en Moscú - pedida con insistencia- de un representante del Patriarcado Ecuménico podía, pues, facilitar información de primera mano.
Emmanuel de Francia empezó afirmando que el Concilio «manifestará al mundo la unidad de la Ortodoxia, que debe hoy aprender a vivir e integrar su pluralidad a escala mundial». Siguió con la que promete ser una de las principales cuestiones conciliares: la desastrosa situación de los cristianos del Oriente Próximo, amenazados de exterminio, cuestión, por otra parte, central en el encuentro de Cuba. Sobre el contexto socio-demográfico de la Iglesia ortodoxa, desveló su crecimiento. Según el Collège des Bernardins de Paris, de 124. 923 000 fieles al principio del siglo XX a 274. 447 000 en 2010. También abordó los documentos del período preconciliar, cuya atenta lectura –dijo- «demuestra perfectamente la gran actualidad de sus puntos tratados».
Hilarión, por su parte, constató que el Concilio se viene preparando desde hace 55 años. Mucha demora, sin duda, sobre la que algunos se preguntarán por qué. Cabría aducir causas, bien eclesiales, bien geopolíticas. El hecho, sin embargo, es que se acerca y nos podemos preguntar por qué la Divina Providencia ha conducido a la Iglesia de modo que no se haya convocado sino ahora. Del reciente encuentro de Cuba desveló que su preparación había durado veinte años: en 1996, hubo un intento entre Alexis II y Juan Pablo II. Previsto para 1997, se habían fijado ya lugar y fecha, pero no pudo ser. Se volvió a intentar, y tampoco. Finalmente fue cuando debía tener lugar. O sea, que la Divina Providencia nos indica tiempo y lugar de este género de encuentros históricos.
Esta cumbre será la primera de los representantes de todas las Iglesias ortodoxas locales después del VII Concilio Ecuménico. «Ello plantea cuestiones a parte de los fieles, que se preguntan: ¿Qué será este Concilio, por qué es necesario? ¿Será un VIII Concilio ecuménico cuestionando decisiones de los antiguos? ¿No adoptará quizás novedades que debiliten la firmeza de la Santa Iglesia ortodoxa en la verdad? Voces así no faltan. De ahí la insistencia en que el orden del día y la temática sean accesibles a los fieles, para que todo el proceso preparatorio sea transparente. Ellos deben saber qué decisiones se preparan y qué documentos se adoptarán».
Prosiguió Hilarión diciendo también que el Patriarcado de Moscú había pedido desde el principio que las decisiones conciliares se tomen por consenso de todas las Iglesias locales. «Entendemos por tal –aclaró- el acuerdo de todas las Iglesias ortodoxas locales sobre tal o cual decisión, acuerdo que debe expresarse en cada declaración. Hemos previsto un reglamento según el cual cada Iglesia ortodoxa local tendrá un solo voto.
El consenso significa el acuerdo de pensamiento de todas las Iglesias ortodoxas locales. No es que dejen de darse divergencias en el seno de una delegación, sino que la cuestión religiosa se debe resolver dentro de esa delegación sin problemas para el Concilio. Si un jerarca no está de acuerdo con un documento o una afirmación de un documento, podrá declararlo en el seno de su delegación, pero es esta la que decidirá si sostener o no el documento en cuestión. El consenso entre la delegación es la base sobre la que el Concilio panortodoxo va a funcionar.
Hemos repetido desde el principio que este consenso debe ser asegurado en el Concilio y en todas las etapas del Concilio». Más aún: «No tomaremos decisión capital alguna que tenga el efecto de un trueno en el mundo entero, pero sí decisiones en el sentido de la doctrina multisecular de nuestra Santa Iglesia ortodoxa. Decisiones que no deben ser discutidas por nadie».
Seis son los textos en el orden del día: El sacramento del matrimonio y sus impedimentos; La importancia del ayuno y su observancia hoy; Las relaciones de la Iglesia ortodoxa con el conjunto del mundo cristiano; La autonomía y la manera de proclamarla; La misión de la Iglesia ortodoxa en el mundo contemporáneo y La diáspora. Este último, se adoptó a partir de 2009 en la IV Conferencia preconciliar panortodoxa. Los de autonomía y ayuno lo fueron durante la V en 2015. «La misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo», respuesta conciliar de las Iglesias ortodoxas a numerosas cuestiones de la época contemporánea y principalmente a la sociedad, se adoptó durante la Synaxis de los Primados y representantes de las Iglesias ortodoxas locales, en enero del año en curso, en Ginebra.
Hay pendientes, sí, dos problemas. Uno es a propósito de «El sacramento del matrimonio y sus impedimentos», texto discutido en la Synaxis de enero y reconocido por gran parte de las Iglesias. No lo han firmado, sin embargo, los representantes de Antioquía y de Georgia. «Georgia opone razones de principio: la mención de la posibilidad de los matrimonios mixtos (con los heterodoxos) y la bendición de estos matrimonios por economía ha suscitado la crítica de esta Iglesia». El otro es sobre «Las relaciones de la Iglesia ortodoxa con el conjunto del mundo cristiano», firmado por todas las Iglesias ortodoxas en la conferencia preconciliar de 2015. El Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa de Georgia, reunido el 12/02/2016, lo ha rechazado, no obstante, aportando enmiendas y observaciones de principio. En cuanto al Reglamento del Concilio tampoco lo ha firmado la delegación ortodoxa de Antioquía.
Hilarión entonces preguntó a Emmanuel cómo actuaría Constantinopla al respecto: «Debemos prestar atención –repuso el de Francia- a las razones por las que estos textos no han sido firmados. Son razones diferentes. Nosotros no tomamos decisiones unilaterales ni podemos prever qué pasará en el Concilio, pero es un proceso y hemos de continuar orando para encontrar soluciones. En cuanto a Georgia, habrá que aguardar a sus comentarios para comprender el porqué de su rechazo». Es de esperar –concluyó- que las divergencias durante la primera parte del Concilio se resuelvan antes. Hilarión prometió hacer lo posible «por asegurar el éxito».
Ni que decir tiene que hubo ruegos y preguntas al final, mayormente de temática, reglamento y protocolo. Luego de haber agradecido a su eminencia Emmanuel la visita, el arcipreste Nicolás Balachov animó a fomentar eventos como el vivido, a fin de favorecer una buena atmósfera general y una positiva disposición de escucha. Prueba este resumen, pues, salta a la vista, que la Iglesia ortodoxa está engrasando a buen ritmo la maquinaria del próximo Concilio panortodoxo, dato del que todo buen ecumenista ha de alegrarse.
Pedro Langa
Fuente: www.blogs.periodistadigital.com