¡Queridos hermanos y hermanas en Cristo!
Como el año pasado, también este año, durante mi ausencia en Grecia, estaremos en comunicación a través la predicación de la Palabra de Dios, para que la comunión de amor paternal y filial que existe entre Pastor y Rebaño y los une permanezca siempre viva y firme.
En la lectura apostólica de hoy San Pablo señala a los Cristianos de Roma una muy importante cuestión: la justificación del hombre que regala Jesucristo y de la cual el hombre participa a través la fe. Ser justificado suele significar que la causa de uno triunfa contra un adversario. Significa que brilla su justicia real y verdadera. En el lenguaje de la Santa Escritura, la justificación del hombre significa que el hombre es manifestado justo delante de Dios.
El hombre no ha sido justificado ante Dios con la observación de la Ley de Moisés o con las buenas obras. Lo que no fue conseguido a través de la Ley o de las buenas obras fue realizado a través Jesucristo. Dios nos concede Su misericordia y bondad “a través de nuestra liberación en Cristo” (Rom 3,23). La muerte y la resurrección de Jesucristo tenían como fin nuestra justificación.
En el pensamiento cristiano, y especialmente en el del Apóstol Pablo, la justificación finalmente es la salvación y el renacimiento del hombre, que para ser realizado necesita de una fe viva en Jesucristo, que nos une con Él y nos hace capaces de vivir Su vida y comunicar los carismas de Su Espíritu Santo.
Fe en Cristo significa que uno reconoce realmente que Él es el enviado del Padre, el único Salvador del mundo. Significa que acepta Sus palabras y mandamientos y lo arriesga todo por Su reino. Acepta sacrificar su propia justicia personal para recibir “la justicia de Dios en la fe” ( Fil 3,9). Y fe en Cristo significa reconocer y creer en el “amor que Dios tiene para nosotros” (1 Juan 4,16).
La lectura apostólica de hoy, hablando sobre la verdad de nuestra justificación a través de la fe, nos presenta también las características que deben poseer los hombres justificados gracias a la muestre en la cruz y la resurrección de Cristo. Y estas características son la paz, la esperanza, la paciencia, la reconciliación y el amor, que deseo desde el profundo de mi corazón que nos caractericen a todos nosotros.
Dios os bendiga todos ricamente y os conceda un buen domingo y una buena semana. Os saludo con mucho afecto.
Vuestro Pastor y Padre,
+ Metropolita Policarpo de España y Portugal
Fuente: Sacra Metrópolis de España y Portugal (Patriarcado Ecuménico)