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sábado, 21 de enero de 2012

Saludo de S.E. Policarpo en la Oración Ecuménica de San Vicente Mártir


SALUDO DE SU EMINENCIA RVDA. POLICARPO, METROPOLITA ORTODOXO DE ESPAÑA Y PORTUGAL,
DURANTE LA PLEGARIA ECUMÉNICA EN HONOR  DE SAN VICENTE DIÁCONO Y MÁRTIR, PATRÓN DE VALENCIA
(Valencia, el 21 de enero de 2012)

Excelencias Reverendísimas,

Reverendísimos Padres,

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Nos hemos reunido aquí en este templo monástico en oración común con ocasión de la conmemoración de San Vicente, diácono y mártir de la Santa Iglesia de Cristo, patrón de Valencia e hijo de la bendita tierra española y especialmente de Zaragoza, una de las primeras tierras y diócesis cristianas ibéricas.

La palabra griega “mártys” define a la persona que está segura de su verdad y que da testimonio público de esa verdad. Nuestro diácono Vicente era una persona así. Poseía la verdad por excelencia, la verdad con V mayúscula y ha ofrecido su propia sangre voluntariamente, por esa Verdad eterna que es Nuestro Señor Jesucristo, el único Salvador y Redentor del mundo, el Hijo Unigénito y Verbo de Dios Padre. Por eso es un santo que se honra particularmente en Occidente y en Oriente, hasta el fin del mundo terrestre.

San Agustín, este gran padre occidental de la Iglesia, elogia a San Vicente escribiendo de él: “Quousque vel Romanum imperium vel christianum nomen extenditur natalem non gaudet celebrare Vincentii?” (PL 38, 1257) y la Iglesia que está en Oriente canta cada 11 de noviembre, el día de su conmemoración litúrgica: “Salve, antorcha divina de España, gloria de Zaragoza, tesoro de Valencia; salve, inagotable torrente de milagros, bienaventurado Vicente, orgullo de diáconos”. El “mártir” y “santo” por excelencia es solamente Dios. Por eso en el Antiguo Testamento nos exhorta para hacernos también nosotros mártires y santos, como es Él.

Testimonio y santidad son dos cosas inseparables en la vida del verdadero cristiano. Si no es mártir, es decir testigo, y santo, o por lo menos lucha continuamente por la santidad, no es un cristiano como Cristo y su Iglesia enseñan. Es un cristiano templado que será condenado como dice muy claro el Apocalipsis. El inolvidable Papa Juan-Pablo II, el Papa de los dos pulmones de la Cristiandad, uno oriental y uno occidental, inaugurando los festejos del gran Jubileo de los 2.000 años del nacimiento según la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, había tenido particular mención de los santos mártires de la fe en Cristo, los cuales llamó “puente de unidad” entre los cristianos, un puente firme y seguro.

En los tiempos antiguos los verdaderos cristianos sufrieron el “martirio de sangre”; hoy sufren el “martirio de la conciencia”, que según los Santos Padres de la Iglesia es más fuerte y doloroso del “martirio de sangre”, porque el de conciencia es continuo y insistente.

Vivimos en una época de enorme crisis espiritual y moral. La superación de esta crisis se hace a través de la fe firme en Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, nacido nuevamente hace pocos días “por nosotros los hombres y por nuestra salvación”, reforzados por los eternos e inmortales ejemplos, que son sus Santos Mártires, como San Vicente diácono, patrón de Valencia.     Por sus intercesiones, Cristo Nuestro Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amen.