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jueves, 1 de mayo de 2008

Entrevista de S.E. Policarpo para ‘Ciudad Nueva’


Durante muchos años el ecumenismo ha transcurrido por los caminos de la tolerancia, el cese de polémicas, el respeto mutuo, el diálogo... ¿Cuáles serán los siguientes pasos?

- Para el ecumenismo han sido muy útiles el diálogo y el conocimiento recíproco, la tolerancia, el cese de polémicas y el enriquecimiento mutuo. Pero como corriente dentro la Iglesia todavía tendrá una misión más elevada: ayudar a los pastores y a los fieles a entrar en una nueva fase de diálogo. Mientras que la primera fase (1979-2006) se ocupó de examinar las cosas que nos unían, esta nueva etapa, que comienza con el encuentro de Rávena, quiere examinar las cuestiones que separan a las Iglesias, especialmente en temas de eclesiología. Se necesita mucha, continua y fervorosa plegaria para que todos, especialmente los responsables, obtengamos la iluminación divina.

- En esa reunión de Rávena, así como en el encuentro a puerta cerrada de Benedicto XVI con 143 cardenales, se debatió sobre la plena comunión de las Iglesias Católica y ortodoxas. ¿Qué significado da usted a estos eventos?

- En Rávena tuvo lugar, entre el 8 y el 15 de octubre de 2007, la X Asamblea Plenaria de la Comisión Mixta del Diálogo Teológico entre las Iglesias Católico-Romana y Ortodoxa. En esta reunión se completó el estudio comenzado el año anterior en Belgrado. El documento final aprobado por todos es muy importante, porque católicos y ortodoxos acuerdan constituir una plataforma teológica y eclesiológica común sobre al primado del obispo de Roma. Se decidió hacer un examen histórico-teológico de este primado durante el primer milenio, y este estudio histórico-teológico será analizado por periodos concretos. La primera sub-comisión se ha reunido a mediados de febrero en Roma. El examen durará cuatro años y el objetivo es aclarar si este primado es de honor o de poder.

El encuentro de Rávena ha sido muy positivo por cuanto católicos y ortodoxos han constatado juntos que, a lo largo de la historia de la Iglesia, y en tres niveles, local (diócesis), regional (metrópolis, patriarcado) y universal, hay siempre un “primus”, es decir, alguien que tiene una función particular; y no hay duda de que a nivel universal este primado lo ha ejercido el obispo de Roma. Sobre esto no hay duda; pero, como dije antes, es necesario estudiar cómo se ha ejercido ese primado en la historia. En esta nueva fase del diálogo se estudiará la figura y el papel especial del obispo de Roma en la Iglesia universal, que, como se sabe, es un punto crucial que divide la eclesiología de las dos Iglesias.

Por lo que respecta al encuentro a puerta cerrada del Papa con los cardenales, lo único que puedo decir de manera oficiosa, puesto que se trataba de un encuentro privado, es que el Papa ha insistido mucho en el tema de la unión con la Iglesia Ortodoxa, pues, como gran teólogo que es, ve más posibilidades en la unidad con la Ortodoxia, y seguramente pidió a los cardenales su colaboración en el tema.

Para concluir, quiero subrayar que el nuevo clima positivo del diálogo teológico entre las dos Iglesias, tras años de frialdad y cerrazón, y por lo que respecta a la Iglesia Ortodoxa, se debe al esfuerzo del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y personalmente a Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé I.

- ¿Cómo debe prepararse el pueblo llano para asimilar los posibles acuerdos a los que puedan llegar los responsables de ambas Iglesias?

- Antes que nada deben asimilar estos posibles acuerdos los pastores, obispos y presbíteros de las dos Iglesia y hacerse predicadores ante sus propios fieles. Si los pastores no saben o no quieren asimilar, cómo lo asimilará el rebaño! Éste es  el punto central. La unidad de los cristianos hay que asumirla como una tarea propia e individual, y estoy seguro de que con la ayuda del Espíritu Santo, con la oración continua y fervorosa, esta cuestión se convertirá en algo propio del pueblo. Después, la asimilación se dará por sí sola.

- La experiencia de los Focolares en el campo ecuménico nos dice que la amistad entre miembros de distintas Iglesias suscita un conocimiento mutuo y una mayor colaboración. ¿Qué opina al respecto?

- Conozco el Movimiento de los Focolares desde que llegué a Roma como becario de la Santa Sede, allá por 1988. Una tarde del otoño de aquel año, mi Mentor, el actual Patriarca Ecuménico Bartolomé, me llevó al Centro Uno, por Piazza Navona, para conocer a sus responsables, las queridísimas Gabriela y Johanna. Me produjo una profunda impresión su agradable y amigable comportamiento. Después, durante los diecisiete años de servicio sacerdotal en Italia, he conocido aún mejor el Movimiento Focolar en todo el país, especialmente en el Véneto y Roma. He constatado que la clase de amistad que practican los Focolares en el campo ecuménico es la única y verdadera clave que puede abrir puertas cerradas durante siglos.

Un gran pionero del Ecumenismo, el inolvidable Patriarca Ecuménico Atenágoras, que tenía tanta amistad personal con Chiara Lubich que incluso la llamaba con el nombre de Isapóstola Tecla, decía convencido que la verdadera causa del cisma había sido el “ignorarse mutuamente” y “la falta de mirarse a los ojos unos a otros”. Este distanciamiento, este ignorarse durante siglos, ha sido la causa de crearse ideas propias los unos sobre los otros que no correspondían a la realidad, con la consecuencia dolorosa de defender a cualquier precio, incluso con la guerra, los muros confesionales. Por el contrario, cuando dos personas se encuentran y uno mira al otro a los ojos es natural establecer un conocimiento recíproco, un diálogo, una colaboración, y se da una amistad no superficial, sino del tipo que los antiguos griegos y los Padres de la Iglesia atribuían al término “amistad”, usando el verbo “filó”, y no el verbo “agapó”, pues este último incluye cierta carga de sentimentalismo. El prototipo de la verdadera amistad y del verdadero amor los Santos Padres lo identifican con el amor que une a las tres Personas de la Santísima Trinidad.

Saludo a los queridos amigos Focolares de España y Portugal. Estoy convencido de que se distinguen por su amistad verdadera con todos los cristianos y con todos los hombres de buena voluntad y les deseo que mantengan siempre encendido el “Focus Lare” de su alma para convertirse en fervientes trabajadores de la unidad e “isapóstoles”, como lo fue su Fundadora, Chiara Lubich.

Mayo de 2008, nº 453, año L